miércoles, 24 de agosto de 2011

Resiliencia (o huellas del alma)

El sueño dramático



Un hombre x juega a ser una ave y
X e Y equivaldrán a dos monos con cabeza de ave.


Las aves de este mundo son débiles
Por eso inventan viajes inconclusos
Imperios en el nombre de Dios
Ciudadelas incorruptibles al sonido del pueblo
Por eso sueñan los hombres historias inmortales
Para no morir.



¿Amarramos nuestras naves sólo a la pluma?


¿Ha olvidado el Amor la promesa generosa
De juntar a las especies con la luna y el sol?
¿El mundo no está enmoheciéndose acaso?
¿Cómo es posible ser feliz: aquí y ahora?

¿Todas las grandes personas se oxidan
O amarramos nuestras naves sólo a la pluma?

(¿El animal que habías amado
Ahora es sólo un vendedor de “Seguros de Vida”?)

¿Ha olvidado el Amor la promesa antigua
De quitar el dolor del corazón de los niños?

¿Todas las grandes personas se oxidan
O amarramos nuestras naves sólo a la pluma?



Canción

A todos los héroes asesinados.


Ya está instalado el hierro en el alma
La pólvora y la sangre de injusticia
Sobrevive aún en las ásperas manos del Tirano
De injusticia la pólvora y la sangre
En el alma ya está instalado el hierro.



(I) El Día de la muerte de la Madre


04 de Julio de 1984


El juego ha terminado
Ayer el niño era un triste cordero
Tímidamente Un juguete del Estado Paterno
Hoy ha crecido y es algo feliz.


¡Ay Hacia la tumba va el cuerpo de la Madre Ausente!
El niño camina indiferente, acompañado del llanto de sus hermanos.
Un tibio aire refresca su alma confusa.
No sabe qué significa la muerte.
A partir de ahora vivirá sin Autoridad.


El hermano mayor grita por toda la calle colorida:
“¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?”
Como si su voz herida pudiese revivir a la muerte: ¡No!
La esperanza son las flores cerca del cuerpo inmóvil.


¡Tan misteriosa la vida... tan llena de melancolías!
...y Dios? Llegó a ser el Patio trasero de las Iglesias.
(El día de la muerte de María Helena,
el niño tuvo que “acuchillar” su felicidad)




(II) El día de la muerte del Padre


12 de julio de 1989



(Otra vez temor y temblor)

A pesar del Padre actuar como un vampiro insensible,
el joven no olvidó la caricia,
construida en la casa invisible, años atrás.
Mas halló la imperfección moral del bárbaro:
Y su amor reducido hundió en el niño la señal del pecado.


La casa blanca estaba triste.
En las paredes, oscuras por la corrupción del hombre imperfecto,
se escribió con sangre la verdad del alma inocente.
El Niño era sólo un espejo:
Y el silencio fue su escudo contra la injusticia del amor lisiado.


Otra angustia llenó el corazón entristecido: Otra muerte.
Una apenada alegría llenó sin embargo, el alma del muchacho.
Era tiempo de desprenderse de la esclavitud,
edificada sobre el tronco torcido.
¡Era hora de la libertad!
¡Era hora de la esperanza!
Porque en el corazón mutilado del niño,
la fisura comenzó a cerrarse.




(III) La llama del perdón


A los que han muerto sin decir “te amé”.


“Ay la tarde que camina hacia las sombrías aldeas de la infancia”.
¡Ay la (llama) que camina hacia las sombrías aldeas de la infancia!
El árbol de guayaba aún verde sobre la tierra húmeda de lágrimas,
entrevé la mirada ignorante del niño, amante del bosque de sí mismo.
¡Ay, y el niño canta sobre la rama azul del árbol de mango,
la canción de la melancolía y de la soledad sazonada.
Los astros se alinean en el firmamento:
¡Es hora de volver a nacer, después del cambio de piel!
¡Es momento de aprender a amar, después del camino sin flores!

Una llama blanca irrumpe en la casa negra del dolor pasado:
Las cuatro esquinas de ese mundo huraño vuelven a construirse,
ahora sobre una tierra con suelo en las montañas.

¡Ay, el sonido del perdón! ¡Ay, el sonido del perdón!
Al negro jardín retornó los colores vivos,
y el alma en llama invitó a todos los Padres
a extraviarse en el Bosque de la vida, alumbrado por la Poesía.
(¡No olvidaron que en las tumbas,
también yacían asesinos de niños!)

¡Ay, el sonido del perdón! ¡Ay, el sonido del perdón!
El niño ruega en el corazón invisible de Cristo:
La llegada de los sueños es inevitable
y la llama avanza hacia el centro del corazón
C I C A T R I Z A D O .

(IV) El niño en llama

A todos los pecadores.


Al anochecer se escuchaba el canto de los grillos en la casa blanca.
En la casa blanca un moreno sapo saltó en el patio
y susurró a una tropicalia rana, enamorado.
Al niño en llama lo recibió un Poeta en el camino, quien le dijo:
“¡Amargo fue el olor a incesto en la casa blanca!
¡Amarga fue la lucha contra el sufrimiento!
Mas llegó la hora de conocer el fruto del Hombre-Pescador:
Rastrea a la Serpiente. Hechízala con Tu poesía,
y sana las heridas en la piel del alma”.




(V) Melancolía de la luna


Dedicado al alma de Georg Trakl.

-La caverna sombría se encoge, Trakl-.
Y las luces de la luna la atraviesan como dagas.
El hombre sabio, serena y protege su morada.
Entre tanto... Otro yo se escabulle, nervioso

repitiendo el sonido plagiado del sol,
que la luna esconde
en su seno
como una secreta condena.
El azul tupido del pozo rememora las almas perdidas.
¿Acaso allí no asesinó también el Minotauro?

La relumbrante escena se parece a la pregunta: ¿quién eres?
¿Quién eres? ¿quién eres?
que se confunde con los cuerpos, con las sombras de los cuerpos.
Es que tal vez alguien quiera simularnos otras respuestas...
Otras mentiras...
Otras salidas sin esperanza.

A lo lejos se percibe a los buitres vestidos de ovejas.
Como una pandilla de astutos pastores del mundo.
Colocan sobre el muro objetos maliciosos.
Colocan sobre el muro sonidos muertos,
para que el esclavo en la caverna tema siempre.

Hacia la amanecida, la melancolía de la luna estalla:
El alma herida y el pecho, encadenado.
Murmullo del alma al sonido “alma”



Murmullo del alma, bello y místico:
De tu silencio pende el misterio de Dios.
Ese silencio que sólo los animales pobres,
guardan en sus almas
como un tesoro.


Niña, cándida y esquiva:
El negro se desploma sobre el blanco de tus palabras-vacías.
El mundo se desploma sin tu sonido tembloroso.
¿Por qué perdimos tu voz bella?
¿Por qué te asesinaron
confundiéndote con una puta?


Sin embargo,
tu sonrisa es nostálgica y aún sueña el corazón de Dios.
Esperaré... esperaré...
A ver si el sol inventa otro murmullo...
A ver si tu susurro inventa otra esperanza...
A ver si a la dureza del corazón,
-te repone-
como mi Amante.

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