sábado, 1 de noviembre de 2008

Microcuentos



Perspectiva

Cuando no sentí ni oí el corazón, me dio susto. Busqué en vano tocarme los ojos, descubriendo que estaba totalmente paralizado; yo, todos. Asombrado, imaginé que la muerte era esa mujer caminando hacia mí, y que me había condenado por todos los pecados del mundo. Repentinamente, me percaté de que la verdad era bien distinta: no era yo, sino un ladrón a mi lado.

Isolé

Isolé Isolé Isolé: ¡Isolé!

Isolé, Isolé: Isolé Isolé; Isolé. ¿Isolé, Isolé Isolé? Isolé Isolé Isolé. (…) Isolé (…) Isolé (…) Isolé. “Isolé”, Isolé. (Isolé), Isolé. ¡Isolé! Isolé Isolé, Isolé. Isolé Isolé Isolé Isolé; Isolé, Isolé, Isolé. Isolé. (Isolé, Isolé Isolé Isolé <>… Isolé Isolé Isolé). Isolé, Isolé: Isolé Isolé; Isolé:

Isolé Isolé Isolé:

Isolé...

Pierde el público

El payaso de cerámica estaba gastado por el tiempo. Cierta vez había perdido su sonrisa, se vio obligado a vender su ropa, sus objetos de payaso y la nariz roja sobre su flamante nariz. Pronto se quedó en la quiebra y tuvo que apostarse a sí mismo. Poco a poco fue arrojando trozos de su cuerpo sobre la calle llena de transeúntes: uñas, estómago, corazón y cabeza. Y cuando juntó el dinero para poder volver a entretener a los niños, ya no tenía manos, brazos ni piernas.

Comienzo del fin

Había una vez un cuento que empezó cuando la ventana que miraba al patio donde los amantes corrieron de los esposos heridos porque fueron vistos besándose en las afueras de un motel que aún guardaba el sabor a fornicación, se cerró, repentinamente, cortando el cuento por la mitad.

El cerdo asesino

El cerdo hubiera sacrificado todo para convertirse en humano, y así lo hizo: después de haber llegado último al banquete de Buda, decidió rebelarse contra el Maestro, asestándole un golpe mortal. Después corrió a cerrar la caja de Pandora, dejando adentro la felicidad. Luego le pegó un tiro a Don Quijote, antes de que se armara andante caballero. Y por si fuera poco, aún con una torcida sonrisa en los labios, salió disparado a la iglesia más cercana y se echó al párroco con el cáliz de oro. Por último, besó la santa Biblia y mató a los tres chanchitos.

Confieso

Confieso que estoy algo triste. Jamás me habían roto el corazón, ni me habían puesto cemento en la mirada, ni me habían envenenado la sangre; sí, confieso que estoy triste. Jamás me habían pasado gato por liebre. Ni había tenido jamás rota la médula y menos me habían sellado los labios. Jamás, confieso, me habían amado tanto.

Así cualquiera

Fornicando, se juraron amor eterno.

Así cualquiera.

Alegría

Un hombre solitario, abrumado por su desamparo y tristeza, arrojó al océano una botella con algunas letras escritas en un papel. Muchos, muchos años después, las corrientes marinas llevaron la botella al otro lado del mundo. Entonces, el hombre solitario viajó alegre al otro lado del mundo para recoger la botella: la abrió con alegría, sacó el papel con alegría y leyó con alegría: “Yo Soy Alegría”.

Memoria zen

Isolé sospechaba que dentro de poco sufriría por amor. Un recuerdo ingrato la acosaría hasta minarle la esperanza. Curiosamente, cuando por fin vació el baúl de los recuerdos, desapareció toda angustia… todo dolor.

Irrefutabilidad

El astuto -si miente- es zorro.

Hábito rutinario

Tras algunos años de hablar sólo por msn, los amantes decidieron encontrarse en vivo y directo. Era hermoso verles: se sonreían sentados en un bar, sin dirigirse la palabra, tan sólo escribiendo papeles a mano y pasándoselos entre ellos.

Buena señal

Supe que estaba viva porque ya había dejado de hablar.

La proesía en breves mascaradas


Father, para ti.


I

En la rama del ciprés

Canta un colibrí.

En ese instante

El silencio del mundo

Es su canto.

II

Dos colibríes bailan

En el aire:

¿Estarán conversando

Sobre la muerte?

III

El pino agita sus hojas

Y el aire le invita a danzar

La música del amor.

IV

¡Tanta quietud!

¡Tanta paz!

Y el filósofo “allí”:

Construyendo otros mundos.

V

Cielo azul:

Hoy pude ver a los Siete arcoiris

Tramando el juego final.

VI

Se mueve las hojas

De los árboles:

¡No viviríamos sin el alma

En la naturaleza!

VII

El pino se balancea alegre.

Y me invade la angustia

De inventarlo todo

Pero me callo.

VIII

De reojo me observa

Una hormiga obrera:

- ¿Eres mi amigo?

IX

Cae la lluvia

Suave

Como temiendo herir

El verde de la tierra.

X

Una espesa neblina

Amorosa

Empaña la ventana

Que da salida

Al universo.

XI

La luz del sol

Comienza a hervir

La gota fría

Sobre los tejados

Antiguos

De la tierra.

XII

Un hombre y sus latitas usadas

Cruzan el sendero

Hacia la muerte.

(Y pensar que sus latitas viejas

Vivirán más que su cuerpo).

XIII

El cabello plateado de las estrellas

Indica el camino hacia el arte.

XIV

En la perspectiva de un solo

Punto

Confluye todo el secreto

Del invisible.

XV

Mientras escucho el canto

Alegrísimo de un colibrí,

Es inevitable que me sienta

Alegre y me transforme en pájaro.

XVI

La oruga se despierta.

Son las siete de la mañana:

En el cielo,

Cruza una paloma blanca.

¡Es hora de morir!

XVII

Sobre el tejado cae fina la lluvia

Como hundiendo su pecho suave

En la cabeza triste y solitaria

De una niña que llora enmudecida.

XVIII

Desnudo,

El niño pino se baña

Con el rocío de la lluvia.

Canta el verso desconocido

Que ruge el universo:

AUM AUM AUM.

XIX

Ella acomoda las máscaras

En sus manos,

Roídas por el jabón y el cloro.

Ella plancha, sinuosamente,

El paso del tiempo en su piel.

XX

Dos palomas coqueteándose,

Mientras un viejo hiere

A un perro vagabundo

En el corazón.

XXI

Sin luz, la vida es ciega.

XXII

En el entretecho,

Las palomas inventan ciudades

Inmensas.

XXIII

El amor

Es una flor

Nacido en el lodo.

XXIV

Brinca el colibrí

De rama en rama,

Mientras del cielo

Cae el llanto

De las estrellas ciegas.

XXV

¿Por qué, a veces,

Quiero ser un colibrí?

XXVI

Esta inquietud por saltar al abismo…

XXVII

A veces, me transformo en cuervo

Y me alejo, irascible,

Del cosmos.

XXVIII

Fui hoy y debo regresar mañana.

Si llego ayer

Entonces el colibrí

No muere.

XXIX

La sabiduría

Es un beso de la vida.

XXX

Alguien se esconde detrás

De la inocencia:

¿Serán los dones pasados

O los todavía ahora?

XXXI

En el lomo

De una hoja seca

Una mariposa

Sueña con ser hoja.

XXXII

Llega la primavera.

Las mujeres

Son verano.

XXXIII

El rezongón amargo

Cruza las calles

Con el alma cortada

Y el corazón herido.

XXXIV

Cada pétalo

del jardín

Es un corazón

En el cielo.

XXXV

Al amanecer, dijo el Hombre:

- Dejaré mis libros e iré a recorrer

la vida en la vida.

XXXVI

Logofilia:

O la dicha de conversar.

XXXVII

Cae fina la lluvia

Sobre la fosa de mi alma.

XXXVIII

Entre las bestias y los dioses:

Hay un niño jugando

A los dados.

XXXIX

Me embarga el tedio

De sentirme muerte.

XL

Busco en otros desiertos

La flor que pudiese

besarme

Sin temor.

XLI

¿Para qué llevo en el corazón

El secreto del amor?

XLII

Árbol,

Eres una bailarina desnuda.

XLIII

¡Ay, con violencia jamás

Comprenderemos el misterio

En los velos de la naturaleza!

XLIV

El sentimiento trágico

De la vida

Es saberse crucificado entre dos

Infinitos…

(Y no ser feliz).

XLV

La ética es empatía intuitiva.

XLVI

Mientras más se pluraliza las ideas,

Menos recordamos la muerte

Hasta que naces.

XLVII

Búsqueda:

¿Tanta puede ser la necesidad

De conversar con el otro?

XLVIII

Quedas vacío

Después de dormirse

En la cantidad y el en color.

XLIX

¿Qué méritos hemos cultivado

Para aspirar a la Sabiduría?

L

Esbelto, portentoso y heroico

El árbol sueña con ser Árbol.

LI

¿Quién es ése

En el espejo?

LII

Otro cuerpo sale del cuerpo.

LIII

El miedo es un regalo del pasado

Que es preferible no aceptar.

LIV

Anochecía:

Aún estabas jugando.

LV

El tiempo dilata

La carne y

El espíritu libera

al tiempo.

LVI

Busco

Desesperadamente

Las estrellas caídas

En el fondo del mar.

LVII

Aferrarse al vacío:

He ahí la cuestión.

LVIII

No,

La dirección del silencio

es la dicha.


LIX

Hágase el silencio,

Cuando te sientas miserable.

LX

Sólo es eterno

El dolor

Común a todos.

LXI

El mundo interior se ha tornado

Un artículo

Más en el mercado.

LXII

Estamos cerca…

Y tan lejos.

¿Qué nos empuja

A la tristeza?

LXIII

Alguien está demás,

Y nos abre la puerta

Del miedo.

LXIV

Algunos poetas siembran rumores

De que todas las preguntas

No tienen respuestas

Y sólo nos quedan

Las manos para recoger

Las heridas.

LXV

Un hombre sabio

No esquiva jamás una escoba

Y no teme a la muerte.

LXVI

Un río de hombres inexorables

Nacerán al despertar de la aurora.

LXVII

El dios interno

Nos arrastra inevitablemente

-tarde o temprano-

A nacer otra vez.

LXVIII

¿Quién te empuja

A entrar afuera,

En vez de salir adentro?

LXIX

Las puertas del miedo

Se cierran para tu libertad.

LXX

A veces,

Hay preguntas más grandes

Que sus respuestas.

Por ejemplo:

¿De dónde llegaste?

¿Qué harás aquí?

¿Qué eres?

LXXI

¿Para qué me ocupo tanto

De la verdad,

Si podría construir un dique

Para contener el mar?

LXXII

La muerte es el origen

De toda especulación humana

Acerca de nuestro origen, identidad y fin.

LXXIII

Con el corazón abierto,

Bebo del fuego de mis ancestros sabios.

LXXIV

Todo ser que siga a Jesús,

Muere.

El que sigue a Cristo,

vive.

LXXV

Negar a dios es una estupidez;

Afirmarlo, otra.

LXXVI

¿Por qué otro

Tiene que decirme que

No soy otro?

LXXVII

Nací para ser nadie

Porque comprobé

Que ser alguien

Es la nada misma.

LXXVIII

La cárcel del alma es nuestra lengua.

LXXIX

La verdad no tiene error:

¿Qué error tiene un pájaro,

Una flor, un beso o un niño?

LXXX

El aburguesamiento inconsciente de la vida

Nos provoca desamparo.

LXXXI

(En el espejo)

Y tú, ¿eres este cuerpo

O estás detrás de este cuerpo

O eres como este cuerpo

O solo eres y punto final?

LXXXII

El arte es una excusa

Para conocernos.

LXXXIII

Callémonos.